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fujimori siendo formalmente un dictador

Fujimorismo: el fascismo peruano

“Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.”

Bertolt Brecht

Publicado: 2016-05-27


1.-El autoritarismo en política y en la sociedad es frecuente. Cuando el autoritarismo se convierte en régimen económico-político y social-cultural, ese fenómeno debe ser denominado fascismo. El fascismo es, por tanto, integral. Tiende a asumir un discurso no exento de diversas “caretas” y “formas democráticas”. No debe confundirse con el autoritarismo, a secas, por más brutal que este sea. Es un régimen, un ordenamiento de las funciones del Estado, un pretendido “sentido común” de los cotidiano, un abuso de poder que se sostiene en la impunidad. Es el miedo hecho sistema político y social-cultural.

2.- El autoritarismo se da en todas las formas que pueda asumir el fascismo, pero puede darse el autoritarismo-a veces enmascarado, a veces brutal- sin que se haya construido un régimen fascista. No pretendo justificar de algún modo los autoritarismos no fascistas. Pretendo, simplemente, distinguir autoritarismo de fascismo. El machismo es una lacra autoritaria que debe ser combatida, penalizada y controlada. Pero no está inmerso, necesariamente, en un contexto fascista. Desgraciadamente, se da también en democracia. Homofobia, misoginia, abuso de poder, violación sexual a menores y mayores, son conductas delincuenciales autoritarias que se suelen dar en sociedades democráticas, sobre todo, en “democracias débiles”, como la mayoría de las latinoamericanas. Débiles desde una perspectiva institucional, pero también débiles por los bajos niveles de ciudadanía, lo que deviene y se retroalimenta en bajo control social, baja participación ciudadana, bajos niveles de información, alta disgregación comunitaria, altos niveles de individualismo, nula o baja solidaridad social, consumismo, ausencia de meritocracia y altos niveles de corrupción. En las “democracias débiles” se suelen instalar caudillismos y, cuando el capital financiero domina al Estado en grado superlativo, como es en el caso peruano, el fascismo es más posible.

3.- Es importante distinguir entre movimientos o partidos fascistas (que no están en el poder político) y regímenes fascistas. Los importantes aportes de Hanna Arendt (El totalitarismo y sus terrores y otros), René Zavaleta (Violencia política y Estado y otros), Eduardo Gonzales Calleja ( La modernización autoritaria y otros), Karl Polanyi (La gran transformación), Alberto Rabilotta (La “solución fascista” en el neoliberalismo contemporáneo y otros), Samir Amin (El retorno del fascismo en el capitalismo contemporáneo y otros), Jairo García Oñoro (Latinoamérica: entre la Democracia y el autoritarismo y otros), Guillermo O• Donnell, ( Modernización y autoritarismo y otros), etc. ayudan enormemente a comprender el autoritarismo y el fascismo pero no se refieren, directamente, y por tanto no aportan, por si solos, a un análisis más fino de los fascismos modernos en países periféricos como el Perú. Hay, por tanto, un vacío en este importante asunto. El presente ensayo breve apunta a referirse a la caracterización y presencia de movimientos y/o partidos fascistas, ya sea en la escena política como fuerzas que aspiran al poder o a Estados controlados por dichas fuerzas, temas que deben ser analizados multidisciplinariamente por su complejidad.

4.- El fascismo parte de una determinada y particular relación histórica y coyuntural entre la economía y la política que explica, en gran medida, las formas autoritarias en el Estado y en la sociedad. Pero dicha relación, siendo fundamental para la comprensión del fenómeno del fascismo en una sociedad concreta, es insuficiente para explicarlo en algunas dimensiones importantes. Hay independencia en variables políticas y culturales. Algunas de dichas variables coadyuvan a explicar el fascismo. La política incluye no solamente la actividad, planteamientos y conductas de movimientos y partidos, no solamente el funcionamiento de tal o cual institución estatal, sino los niveles de información (y, por tanto, de desinformación) de los ciudadanos, los hábitos ciudadanos con respecto a las interrelaciones sociales (mayor o menor horizontalidad o mayor o menor autoritarismo, lo que incluye racismo, clasismo y todas las formas de discriminación al otro por ser diferente y/o subalterno). Dichos hábitos son un fenómeno que calza mayormente en el ámbito de la cultura, fenómeno que, a su vez, es un producto histórico que deviene de factores no siempre culturales. El hábito de interrelacionarse discriminando por diferencias de status socio-económico está muy arraigado en el Perú y se combina con diferencias étnicas, económicas y de acceso al poder político local, regional o nacional. Esto último, suele relacionarse con el poder frente a la administración de justicia y con la impunidad. La cultura se recrea no en el vacío, sino en circunstancias de status socio-económico concreto, en entornos determinados, generalmente, por dichos status. Ello impregna no solamente el tipo y modo de comportamiento social sino las preferencias, los gustos, las conductas e inconductas y las prácticas socio-culturales. Condiciona la existencia o no de hábitos ciudadanos de respeto a los derechos de los demás, y, lo más importante, el grado de ajuste o no a la ética y a la moral. Es decir, la mayor o menor Anomia, aceptar el “todo vale” o no.

5.- El fascismo encuentra fácil desarrollo allí donde no hay una cultura democrática mayoritariamente instalada. Es el caso del Perú, donde no hay altos niveles de ciudadanía, donde no hay “cultura de reclamo” y no se defienden derechos y deberes. Donde hay una vieja tradición política y cultural autoritaria que presupone, explícita o implícitamente, que “algunos nacen para mandar y otros para obedecer”. Es decir, tanto los "dominados" como los "dominantes" aceptan como natural, cotidiano y hasta necesario, que las relaciones de poder se den de la manera en la que se están dando. Es por eso que parte de la población (expresada principalmente en el fujimorismo y en los que lo apoyan hoy) está en la espera del regreso de su caudillo. Es la búsqueda del caudillo "salvador". Esta cultura autoritaria y fascista fue acentuada por el fujimorismo y el gobierno de García. La derecha peruana nunca tuvo una clase dirigente y cultivada, sino, para nuestra desgracia, una clase dominante agresiva y rapaz, entregada totalmente al capital transnacional. Un cambio democrático no atrae a los autoritarios: quieren autoritarismo, soldados en las calles, pena de muerte, ”mano dura” que acabe muy rápidamente (casi mágicamente) con la delincuencia. ”Mano dura”, qué duda cabe, que los fascistas o fujimoristas emplearán a su antojo cuando haya que aplastar las protestas populares. En estos días pre-electorales, en los que las posiciones de izquierda no están presentes en el “ballotage” entre K. Fujimori y P. P. Kuczinsky, y en los cuales, atendiendo a recientes encuestas 10 días antes de las elecciones, el fujimorismo parece ganarle la partida a la derecha neoliberal que pretende un demo-liberalismo político, cada atraco, cada muerte en las calles, juega a favor del fujimorismo. Así como jugaba, en tiempos de Alberto Fujimori, cualquier bomba terrorista puesta por sendero o por el Servicio de Inteligencia: el terror es “caldo de cultivo” para el fascismo. Hoy las acusaciones de lavado de narcotráfico están muy cerca a la cúpula fujimorista: un narcoestado está “a la vuelta de la esquina.” Los demócratas progresistas, los izquierdistas democráticos, queremos “mano dura” contra los corruptos en el Poder Judicial, el Ministerio Publico, los policías corruptos y los militares corruptos, contra los que han penetrado el Estado con el narcotráfico y contra los lobistas que distorsionan y atentan contra las instituciones. En los últimos años han aumentado los esfuerzos teóricos y político-prácticos por conceptualizar, comprender y difundir el concepto de Ciudadanía así como el de aplicarlo en políticas públicas. Hay varias razones que justifican especialmente este interés, entre ellas, la necesidad en las sociedades modernas de generar entre sus miembros un tipo de identidad en que éstos se reconozcan por igual, superando así el déficit de adhesión que padecen las mismas. Se trata, también, de incorporar a la democracia moderna una categoría que permita referirse a todos los miembros de una comunidad por su sola condición de Seres Humanos con derechos y deberes, no negando sino trascendiendo las nociones (siempre existentes) de diferencias de clase, diversidad étnica y de género, diferencias histórico-culturales, etc. Desde el social cristianismo de avanzada, desde el humanismo y las izquierdas democráticas, se propone una Ciudadanía que represente un punto de convergencia entre la conciencia individual (y los derechos civiles y políticos que les son inmanentes) y los valores y normas que se derivan de los derechos sociales, económicos, culturales y de tercera generación (los denominados derechos colectivos o de los pueblos, como los ecológicos, por ejemplo) que son, todos ellos, derechos que se hallan en la perspectiva de Humanización, de modo que éstos puedan ser asumidos por todos. La Ciudadanía se convierte así en un enfoque que permite asignar una comprensión integral de los Derechos Humanos llevados al Derecho Positivo paulatinamente en las democracias modernas y de su grado o nivel de aplicación política. Dicha perspectiva es rechazada con desdén por el fascismo.

6.- “El fascismo es una respuesta política particular a los desafíos a los que puede verse confrontada la gestión de la sociedad capitalista en determinadas circunstancias”, afirma Samir Amin. El mismo autor atisba que el capitalismo neoliberal está asumiendo cada vez más las características de un capitalismo lumpen, sobre todo en los capitalismos periféricos, que es el caso peruano. El mantenimiento del extractivismo salvaje y la insurgencia fuerte de una “economía paralela”, por la cual, ya no solamente se saquean recursos naturales (lo cual implica “lumpenizar” al Estado, mediante coimas) sino que se construyen redes de poder provenientes del lavado de dinero del narcotráfico, de la compra de armas, de las licitaciones fraudulentas y del secuestro del Estado por los poderes fácticos y por la ideología neoliberal (esta última, ortodoxamente aplicada en el Perú y sostenida por la Constitución del 93, impide un rol planificador y promotor del Estado, entregando todo el proceso económico y político al sacrosanto mercado). El afán de mantener la tasa de ganancia del gran capital a “capa y espada” requiere del fascismo, que desarrolló un discurso y una práctica en la que pretendió la “colaboración de clases” (como forma de disminuir los conflictos) y el corporativismo, como forma de desarticular la relación entre los explotados (obreros, campesinos, amas de casa, estudiantes y otros gremios, tenían representación propia pero no podían articularse entre sí, sino con el Estado fascista). Esa desarticulación fue siempre pretendida y casi siempre lograda) por el fujimorismo. Pero en este tópico debo hacer una precisión. Para construir corporativismo se requieren sociedades donde existan sindicatos obreros y de empleados que involucren sectores poblacionales significativos, gremios campesinos, escritores y artistas organizados, mujeres organizadas, periodistas sindicalizados, empleados bancarios sindicalizados, federaciones de estudiantes, trabajadores del transporte sindicalizados, etc. Nada de eso sobrevivió al neoliberalismo ortodoxo aplicado por Fujimori. 

-El fascismo peruano se construyó por Fujimori sustituyendo corporativismo por clientelismo en sectores poblacionales generalmente más heterogéneos y con débil o nula organización: grandes y pequeños comerciantes informales, transportistas informales, madres agrupadas en comedores populares, agricultores ex-comuneros que adoptaron y adoptan la condición de parceleros individuales, grupos de estudiantes en la búsqueda individual “del título para triunfar económicamente”. A esa lista, se agrega, por cierto, la de medianos y grandes empresarios detrás del sueño del triunfo individual. Esa es la base social del fujimorismo, del fascismo peruano. Un fascismo construido, en nuestro caso, sobre las ruinas del cooperativismo, la perversión de las comunidades campesinas y de toda forma de asociación autónoma para la reivindicación de los trabajadores.-

El individualismo y la acción laboral individualizada, facilita que los ciudadanos, que se suponen son los dueños del poder, sean ahora más que antes fácilmente influenciables por medios de comunicación al servicio de poderes fácticos abiertos u opacos, legales o ilegales, convirtiéndose en poderes fácticos (dichos medios) por sí mismos. Mantener la tasa de ganancia de las transnacionales y del capital peruano, aliado y subordinado casi siempre al transnacional, demanda no solamente recortar ingresos al trabajador (hay 39 leyes que se orientan exclusivamente a ello, “flexibilizando” el trabajo), sino “poner a raya” las demandas de una masa laboral, cada vez más informal y cada vez más explotada. El capitalismo neoliberal ortodoxo-como en el Perú-conduce fácilmente al fascismo, para imponer condiciones a través del miedo. Para ello, se requiere “mano dura”, criminalizar la protesta social y mantener desinformados y manipulados a un buen porcentaje de ciudadanos (ese es un rol muy importante de la TV y los diarios, con muy pocas excepciones). El fascismo no es una “modalidad” de gobierno, como creen algunos, sino un régimen de gobierno autoritario y criminal que puede permitir la sobrevivencia de este modelo económico neoliberal periférico, invadiendo los “poros” de la sociedad, desarticulando, disgregando, ”atomizando” socialmente. Metiendo miedo. ”Normalizando” la explotación. Esta ideología fascista y sus métodos derivados, no han sido contestados, refutados, combatidos suficientemente en los últimos 15 años.

7.- Algunas tácticas de los fascistas son:

a) Formular uno o varios mitos orientados a crear cohesión de la población con el fin de controlar el poder. El mito-de acuerdo a Roland Barthes- no es sinónimo de mentira. Tiene una base de realidad, la misma que es agrandada, deformada, desnaturalizada. Hitler hizo que el pueblo crea en: la superioridad intelectual de la raza aria (lo que justificaba invadir otros países para "enseñarles" como deben ser las cosas), o en que los culpables de la crisis económica (la gran depresión también golpeó a Alemania) son los extranjeros y los izquierdistas alemanes, "infiltrados" en Alemania. Ello condujo a justificar la matanza de judíos, gitanos, latinoamericanos, socialistas y comunistas alemanes. En el fujimorismo se creó el mito: Fujimori "nos liberó del terrorismo". Para ello, se acalló la labor del GEIN, que desarticuló sendero y capturó a Guzmán. Se montó la escena de la jaula de Guzmán. También, que “nos trajo prosperidad económica”, ocultando al país el daño que sigue produciendo el remate a precio vil de nuestras empresas estratégicas al 100%, el consiguiente control de la electricidad por un país fronterizo, de la CPT por los españoles, de las líneas y rutas aéreas por los chilenos, la venta al 100% de La Pampilla, que significa que el balón de gas doméstico nos cueste seis veces más, etc. Ocultando la gravedad de la recesión generada por el shock que destruyó la industria peruana, que no se ha vuelto a instalar hasta hoy, generando más informalidad, y ocultando que había otro camino (sin shock) para detener la inflación: el “anclaje” de la moneda, que había tenido éxito en Brasil con Fernando Henrique Cardoso como Ministro de Economía poco tiempo antes. La prosperidad relativa se debió a inversiones de algunas empresas transnacionales que mejoraron el crecimiento de la economía, inversiones atraídas por las condiciones de “regalo” a las empresas inversoras que les dio el fujimorismo. Muchas de dichas empresas y minas que hoy, o no pagan impuestos o pagan muy poco, lo que no se puede modificar a favor del Perú por el art. 62 de la Constitución fujimorista. Nuevas inversiones, sí, pero con funestas consecuencias, pues, para ello, se liquidaron derechos laborales, el "cholo barato" se generalizó, se acabó con la posibilidad de industrializar el país, aumentó la informalidad pero se hizo y se hace soñar a cada informal que puede ser rico si se lo propone. Se abandonaron y liquidaron los bancos de fomento, se favoreció a la banca privada (con las tasas de interés más altas de América) y AFPs y se abandonó al pequeño agricultor. El fruto de las privatizaciones a "precio huevo" fueron 10,000 millones de soles. Al caer el fujimorismo, Paniagua encontró solo 500 millones. Finalmente, en este acápite, me quiero referir al mito de la “colaboración de clases”, que aunque no formulado de esa manera se escondía y se esconde en el mito de la “unidad nacional”. Mito que “justificó” el afán de destruir sindicatos, gremios campesinos, federaciones estudiantiles, organizaciones de asentamientos humanos. El miedo, administrado por los fujimoristas, la administración del miedo a través del uso del remoquete de “terrorista” al que se organice y proteste, consiguió su objetivo. Nuestro país está desarticulado. Todas las asociaciones del pueblo para defenderse han desaparecido, se han reducido a su mínima expresión o han sido compradas. Varios conductores de programas de radios potentes o de TV dejaron sus antiguas posiciones izquierdistas y se vendieron al régimen fascista. Hoy, lo siguen apoyando. Me da vergüenza mencionarlos.

b) Hitler creó un Ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda a cargo de J. Goebbels, para desinformar, manipular. El fujimorismo (no solamente Fujimori, sino muchos asesores y conductores de programas, hoy vigentes) creó un sistema de desinformación y manipulación de la opinión pública: control o asociación con propietarios de diarios y TV a partir del 5 de abril. Creación de "Diarios Chicha" con tres contenidos: hechos policiales impactantes, farándula y football. "Choliwood" nació. La TV se "achichó". Los “realities” amarrados, como el de Laura Bozzo difundieron el “achoramiento”, combinando escenas autoritarias con propaganda al gobierno, volviendo lo privado de interés público. Nunca más invitación a políticos de oposición. Se inició la era de los "técnicos" y "opinólogos" regimentados. Vivimos y padecemos hoy tendencias fascistas y nocivas al hiper-individualismo, al consumismo violento (se mata por un teléfono móvil), aumenta el “achoramiento”, que no solamente es Anomia, sino exhibicionismo de la Anomia. Son “héroes populares” los que logran burlar la administración de justicia cuando se trata de drogas, de robos millonarios o de millonarios con fama por el dudoso origen de su dinero. Cuanto más rápida y sospechosamente llega alguien a millonario, más envidiado es. Pagar como método de ganar adeptos y/o electores es un punto a favor, cuando en realidad se trata de un método pernicioso y “pegajoso” de clientelismo, de aprovechamiento de la miseria y de método para la generación de servilismo. Mostrar adeptos militarizados es una escena apetitosa para los autoritarios: símbolo de poder que se asocia, paradójicamente, a mayor seguridad ciudadana.

c) La utilización de símbolos que se asocian al poder autoritario. El mayor de ellos: Alberto Fujimori, “injustamente preso”. La narrativa es esta: se trata de un hombre “duro” pero injustamente preso, precisamente por ser “duro y necesario para el país”. Casi nunca se explicó, durante 20 años, la nocividad de los crímenes y de los robos cometidos. El propio Fujimori aceptó su culpabilidad en dos de las cinco condenas, pero dicha aceptación se hizo tan rápidamente, que fue un “operativo” mediático de desinformación. Se montaron operativos mediáticos que presentaban a un Fujimori, algunas veces, seguro de sí mismo y triunfante, otras veces, como una víctima, desgreñado y enfermo, en pijama de hospital. Keiko Fujimori, en un ejercicio de ucronía, nunca hubiese recorrido el difícil camino para lograr convertirse en una líder por calidades propias. La transferencia: Alberto Fujimori - Keiko Fujimori la convirtió en líder y candidata presidencial. Esa transferencia se hizo evidente cuando el otro hijo Kenyi recibió la primera votación preferencial para el Congreso y se “autoproclamó” candidato presidencial para el 20121. Otro: la “dureza” de voceros del fujimorismo, como Martha Chávez y Luisa María Cuculiza, etc, con lenguaje explícitamente fascista, ahora reemplazadas con creces por Lourdes Alcorta, Luis Galarreta, Héctor Becerril, etc, con el mismo lenguaje. Otro: la firma de cientos de militares de una “Acta de sujeción”, sometiendo públicamente (fue una escena repugnante que se convirtió en “natural” por su repetición) a la oficialidad de las Fuerzas Armadas al gobierno fujimorista. Otro: el “paseíllo” de Alberto Fujimori entre los cadáveres de los tupacamaristas luego de la retoma de la casa del Embajador de Japón. Otro: la tortura a la esposa Susana Higuchi ordenada por Alberto Fujimori y, otra peor, la “muestra” de Susana Higuchi apoyando a su hija Keiko. Otro: el despliegue de militares y policías para “servir de protección” a A. Fujimori en cada presentación pública y el despliegue de reservistas militares con uniforme ranger en la campaña de K. Fujimori, despliegue con banderas fujimoristas, lenguaje corporal procaz. Otro: uso de la mentira como método de terror. Acusar de “terroristas” a los que profesan ideología de izquierda democrática, a los obreros, campesinos o estudiantes que protestan. Criminalización de la protesta social. Otro: pedir en campaña electoral la “pena de muerte” y Fuerza Armada en las calles. Otro: alianzas con los grupos religiosos católicos y evangélicos retrógrados, machistas, homofóbicos, verticalistas, como el Opus Dei, Agua Viva, etc.

d) La táctica de usar el choque o la amenaza de choque de “pueblo contra pueblo”. Bandas lumpenescas y regimentadas prestas a golpear, maltratar, etc. Desde el gobierno el Grupo Colina, grupo de exterminio selectivo.

e) La táctica de controlar grandes medios de comunicación para desinformar y manipular. La “no invitación” sistemática a personas de izquierda en dichos medios, o la invitación, cuando es inevitable hacerlo, para “demoler” a los(as) muy ocasionalmente invitados(as).

d) La táctica de aparentar formas democráticas, pero controlando todos los organismos del Estado, incluidos los autónomos, incluidos fuerza armada y policial.

8.- Karl Polanyi se refiere a las catastróficas consecuencias que el neoliberalismo genera con sus políticas de “ajuste” y de Shock”. Se acude a dichas políticas, aplicadas por primera vez en toda su dimensión por A. Fujimori, para otorgar todas las facilidades posibles al capital (sobre todo transnacional) que aseguren una alta tasa de ganancia del capital en época de crisis del sistema. Afirma, que “se puede describir la solución fascista al impasse en el cual se metió el capitalismo como una reforma de la economía de mercado realizada a costa de la extirpación de todas las instituciones democráticas, a la vez en el terreno de las relaciones industriales y en el campo político”. Relaciona, certeramente, crisis del capitalismo neoliberal, políticas de “ajuste” y fascismo. Francisco Miró Quesada califica al fujimorismo como: ”caudillismo, populismo, clientelismo y abuso del poder”. La caracterización que hace es parcialmente cierta, pero considero que no es integralmente certera. Todos esos calificativos son ciertos, pero se inscriben al interior de un Régimen totalitario que es el fascismo peruano. Un totalitarismo que se asienta en el control de todo el Estado, la alianza de los grandes capitales con el gobierno del Estado, alianza que implica asedio al ciudadano, la desinformación y manipulación de la ciudadanía, y, por sobre todo ello, la violación de los Derechos Humanos o la disposición a hacerlo. La sistemática administración del miedo contra la ciudadanía.


Escrito por

Manuel Benza Pflücker

Sociólogo. Economista. Patriota.


Publicado en

Principio Esperanza

Política. Economía. Sociedad. Cultura. Patria.